COP21. La comedia de París.
Finalizada la
pantomima de París, los testigos se dividen entre los partidarios de la
expresión “oportunidad perdida” y los del “acuerdo histórico”. Evidentemente
todo depende de las expectativas y de las posiciones ideológicas de cada uno… y
de sus intereses. Así entre los decepcionados los hay cercanos al “acuerdo histórico”
como es el caso de WWF y Greenpeace y algunos sinceramente decepcionados como
es el caso de ecologistas en acción (otra cosa sería la lucidez de cada
posición y de su punto de partida). El mundo de la sostenibilidad , del que
forman parte las cumbres climáticas, es cada vez más una especie de farándula,
una especie de farsa, donde unos "negociadores", unas
"partes", una constelación de organizaciones, cada vez más
profesionalizadas representan papeles pre-establecidos y que son un fin en sí
mismos, las ONG (muy abundantes en el sector) hacen el papel de buenos, las
organizaciones gubernamentales el de responsables y los estados (incluidos el
Vaticano) el de profundos reflexionadores sobre la vía más correcta... ¿Y las
corporaciones?, las corporaciones van a la suya (como siempre) con el apoyo
incondicional de todos los actores anteriores.
Todas
estas conferencias utilizan un catálogo de siglas y de términos de argot
totalmente ininteligibles para las "personas normales". UnitedNations
Framework Conventionon Climate Change (UNFCCC), Subsidiary Body for Scientific
and Technological Advice (SBSTA), Subsidiary Body for Implementation (SBI),
Nationally-determined Mitigation Contributions (NDMC), New Market Mechanism
(NMM), Global Public-Private Partnerships (PPPs) y así cientos de siglas y
acrónimos (sin contar las siglas de las organizaciones). Hay toda una capa de
burócratas, separados de toda realidad, que tienen como finalidad auto
reproducirse dentro del teatro de la organización "contra" el cambio
climático.
El documento de los
acuerdos de París, como todos los tratados de la ONU, es un galimatías lleno de
siglas, de circunloquios y de verbos en tiempo condicional (el debate entre
deben y deberían estuvo a punto de hacer naufragar el acuerdo). En resumen 20
años de negociaciones (desde la primera conferencia de 1995) han servido de
poco, las emisiones han seguido (y seguirán) aumentando.
Todo se deja en manos
de los mercados (excepto las jugosas subvenciones por más de 500 millones
anuales a la industria de lo fósil). Pero el mercado de carbono no acaba de
funcionar, todo el diseño giraba en torno a precios más altos de los que ahora
se pagan (menos de 6 € por tonelada, el valor de una caña y unas aceitunas) y
la tendencia es a bajar. Con estas rentabilidades no hay ningún tipo de
especulador (fondos buitres, ratas capitalistas diversas ...) que quiera
«arriesgar» cuando los beneficios son tan escasos. Así que los fondos
capitalistas (y muchos estados, como China) se dedican a invertir en otros
aspectos del cambio climático, invierten en tierras cultivables (millones de
hectáreas acaparadas en África y Asia), en bosques (y plantaciones como las de
la palma de aceite) y de recursos hídricos, hay miles de millones de euros en
fondos financieros «climáticos» ...
Lo que ahora desea el
petrocapitalismo es terminar de amortizar sus infraestructuras y agotar los
yacimientos Todo ello, como hasta ahora, con la subvención de los fondos
públicos, evidentemente.
Hay varios mecanismos
para lograr esto, pero lo que ahora está más de moda es el secuestro de carbono
y la geoingeniería. El secuestro, ya sea en la vegetación, en el fomento de la
bioenergía o en plantas de bombeo del dióxido de carbono hacia depósitos
subterráneos. Lo que parece generar más esperanzas de negocio en geoingeniería
son la «gestión de la radiación solar": alterar la atmósfera para reflejar
parte de la radiación solar esparciendo productos químicos y la
"fertilización" con hierro del mar para aumentar la productividad
biológica y fijar el CO2: alterar más lo que ya está alterado.
Otra buen negocio
"contra el cambio climático" sería "la agricultura
inteligente", que no es otra cosa que la agricultura industrializada
reciclada a hostias: semillas patentadas, transgénicos, fertilización masiva y uso
indiscriminado de agrotóxicos, ahuyentando a los campesinos para dejar lugar a
la agroindustria.También se trata de poner en valor (y comerciar con ellos) los
"servicios ecosistémicos" convirtiendo la biodiversidad y los
ecosistemas en nuevos recursos a explotar (créditos de carbono). Todo ello con el fin
de mercantilizar y monetarizar lo poco que quedaba sin estar en las garras del
capital (al menos no totalmente), el aire y lo que es natural. Pues bien todo
este mercado ha quedado abierto con los acuerdos “históricos” de Paris.
Los estados y las
corporaciones capitalistas son los que destruyen el clima, y sólo acabando con
ellos hay alguna posibilidad de enderezarlo, los gobiernos, las ONG, la Alianza
por la Justicia Climática lo único que hacen es profundizar la crisis, dar
justificaciones a los perpetradores y promover nuevos productos financieros
climáticos.
Un 1% de la población
acapara/consume un 50% de la riqueza, si prescindimos de este 1% nos quedaremos
igual y reduciremos en un 50% las emisiones de GEI (Gases de Efecto Invernadero),
seguramente un 5% de la población mundial acapara el 75% de la riqueza, si
prescindimos de este 5% reduciremos en un 75%, el 25% que nos queda puede
bastar para mantener a todos, el problema no son el 95%, el problema son el 5%
acaparador. Hasta ahora siempre habían sido arrojados por la borda de la nave
tierra a los pobres, ya van siendo hora de que tiramos a los ricos.
Puede parecer una
tontería, pero en el fondo lo que necesitaría la mitigación del cambio climático
sería un black bloc global (lo que se ha echado de menos en las manifestaciones
llenas de batucadas, animalitos de peluche y disfraces de oso polar),. La
organización criminal más grande (hasta el momento) en el planeta, la
Organización Mundial del Comercio se tambaleó en Seattle, aunque se recuperó
muy rápido.
Encontrar la manera
de dar al cambio climático un papel central en la confrontación con el poder es
uno de los problemas con los que nos encontramos y de los que no acabamos de
encontrar la solución. A pesar de que siempre nos llenamos la boca con la
necesidad de globalizar y extender las luchas y que esta sería precisamente una
lucha global que incluye sectores y geografías diversas.
Tumbar la COP22 o la
COP23 puede que sea un sueño, pero es un sueño que vale la pena soñar.
¡¡POR
UN PLANETA LIBRE Y SALVAJE !!.