En los
aeropuertos de Madrid, Barcelona, Girona, Palma de Mallorca, Alicante, Tenerife
Sur y Málaga y en el puerto de Algeciras se han instalado un total de 124
estaciones biométricas ABC (Automatic Border Control) fabricadas por la
multinacional del control INDRA.
El viajero se planta ante la pantalla o espejo electrónico, inserta su documento electrónico (DNI para los nacionales y pasaporte para el resto de los ciudadanos de la UE) y coloca la mano sobre el lector dactilar. Entonces el módulo de control lee las medidas biométricas del usuario, las
compara con la foto, comprueba la huella dactilar y la validez del pasaporte y se conecta con tres bases de datos policiales internacionales por si esa persona tiene alguna “cuenta pendiente” con la ley.El sistema ABC instalado en el presenta además la particularidad de que registra tanto las entradas como las salidas del Espacio Económico Europeo, el espacio Schengen. Si el aparato no reconoce la cara o las huellas de una persona, esta pasa a ser supervisada por un policía humano. Próximamente se espera instalar este sistema también el el puerto de
Barcelona.
La excusa es agilizar el paso de la frontera para los ciudadanos de la UE (se tarda unos 20 segundos en la operación), pero en realidad lo que se busca es detectar suplantaciones y falsificaciones, así como poder dedicar más recursos al control de los viajeros de países que no son miembros de la UE.
Es de temer que, después del frustrado atentado en el ferrocarril francés y las medidas de “seguridad” que se van a desplegar en todos los trenes de Europa aprovechando la excusa, pronto veamos kioscos biométricos también en las estaciones de ferrocarriles. La implantación de fronteras interiores, al menos para una buena parte de las personas, pronto va a ser
un hecho.