¿QUÉ
ES EL FRACKING?
El fracking o fractura hidráulica es un método de extracción de
gas natural no convencional, también llamado “shale gas”, del
subsuelo. Este gas, fundamentalmente metano, se encuentra almacenado
habitualmente en
pequeños poros o burbujas de rocas impermeables, normalmente de
esquistos o pizarras, ubicadas de cientos a miles de metros debajo de
la superficie. Se denominan gases “no convencionales” a aquellos
que por su coste o dificultad de extracción resultan menos
rentables. Sin embargo, con el progresivo avance de las tecnologías
extractivas, estos gases “no convencionales” pueden ser
catalogados como convencionales en un periodo corto de tiempo.
La
fractura hidráulica consiste en “romper” o “fracturar” la
roca madre contenedora del gas para la extracción del mismo. Para
ello se utiliza una técnica de perforación mixta: en primer lugar
se perfora la superficie hasta 5000 metros en vertical y después se
perfora varios kilómetros en horizontal (de 1,5 a 5 km). Entonces se
inyecta agua con arena (98%) y una serie de aditivos químicos (2%) a
gran presión. Esto provoca pequeñas explosiones que hacen que la
roca se fracture y liberando el gas, que asciende a la superficie a
través del pozo. La arena de la mezcla es la encargada de mantener
la fractura abierta, impidiendo que el propio peso de las capas
superiores de terreno la taponen, para poder obtener gas de forma
constante. El proceso se repite a lo largo de la veta de roca rica en
gas. Parte de la mezcla inyectada vuelve a la superficie (entre un 15
y un 85%¹),
el resto va a parar a lugares inciertos.
Lo habitual en
este tipo de explotaciones es construir plataformas, que suelen
contener entre 6 y 12 pozos de extracción, de manera que la
superficie de terreno que ocupa una plataforma puede ser de decenas
de hectáreas. A esto hay que añadir que los pozos tiene una vida
útil muy breve por lo que poco a poco la superficie ocupada por
plataformas extractivas puede ocupar gran parte de un territorio.
¿PORQUÉ EL
FRACKING?
En
la actualidad, aunque el consumo de gas natural está en auge, la
energía eléctrica, principalmente generada gracias al petróleo, y
el propio consumo de combustibles fósiles representan cerca del 80%
del consumo energético mundial. Por otro lado, a extracción de gas
natural convencional posee una Tasa de Retono Energético (TRE²)
de entre 1 y 6 actualmente y el gas no convencional o “shale gas”
entre 0,7 y 13,3, cifras ridículas comparadas con las TRE del
petróleo en la actualidad y hace unos años donde podía tener tasas
de 100.
Entonces,
¿porqué invertir millones de euros en su extracción? Esto
tiene fácil explicación si analizamos la actual crisis energética.
No son pocos los estudios, libros y publicaciones³
que han invertido sus esfuerzos en demostrar y estudiar que hemos
alcanzado el pico del petróleo (“peak oil”) y que los nuevos
pozos petrolíferos descubiertos poseen escaso combustible, de peor
calidad, mayor coste de extracción y, por tanto, menor TRE. Esta
teoría es fácilmente intuible simplemente analizando la progresiva
y espectacular subida del precio del combustible.
Sobrevivimos
en un sistema completamente dependiente de los combustibles fósiles
y de la energía eléctrica generada por los mismos, que además basa
su sistema de dominación social en el control energético. Sería
estúpido o ingenuo por nuestra parte pensar que los grandes
defensores del sistema de dominación, entre quienes se encuentran
sin duda las grandes compañías petrolíferas, no iban a
reinventarse para que el fin del petróleo barato no suponga una
amenaza a sus negocios, sus privilegios y su poder de control social.
Es aquí donde entra el fracking, como herramienta para, por lo menos
retrasar hasta el hallazgo de nuevas alternativas energéticas, el
derrumbe del sistema energético, y por tanto económico y social que
impera sobre casi la totalidad de las sociedades humanas. Mejorando
las tecnologías extractivas y realizando sondeos y exploraciones en
muchos lugares del planeta, las reservas de gas podrán mantener las
bases del sistema energético algún tiempo, evitando la explosión
de una verdadera catástrofe energética que no beneficia en absoluto
a las grandes multinacionales del petróleo.
¿POR
QUÉ OPONERSE A LA FRACTURA HIDRÁULICA?
Son
muchos y muy variados los motivos para oponerse a la extracción de
gas no convencional. Es obvio que un método extractivo tan agresivo
va a provocar una serie de problemas ambientales.
Por
un lado es de vital importancia la contaminación de acuíferos y
aguas subterráneas por las filtraciones de la mezcla que se inyecta
en los pozos para la extracción del gas. Las más de 600 sustancias
químicas inyectadas al subsuelo, muchas de ellas alérgenas,
carcirógenas, etc, que van a parar a aguas subterráneas, luego
serán consumidas por todos los seres vivos que se nutran de ellas,
generando una contaminación química de carácter general en todos
los ecosistemas afectados. Estos seres vivos, entre los que se
encuentra obviamente la especie humana, se verán seriamente
afectados por el consumo de agua contaminada. Esto ya se ha
demostrado en análisis a ganado bovino en diversas zonas de estados
unidos, donde aparecieron varios animales muertos repentinamente tras
consumir agua en las cercanías de una plataforma gasífera. Las
afecciones a la especie humana tardarán algo más en aparecer debido
a que tenemos un ciclo evolutivo mayor, pero pueden ir desde
infecciones estomacales a afecciones hepáticas o cánceres,
provocando incluso la muerte tras un consumo continuado.
Otro
tipo de contaminación que provoca el fracking y que es poco
conocida, es la emisión de sustancias radioactivas cancerígenas a
la atmósfera. Sustancias que se encuentran de manera natural en las
profundidades del suelo y que el agua contaminada que regresa a la
superficie arrastra hasta la atmósfera. Una de estas sustancias es
el radón-222, segunda causa declarada de cáncer de pulmón.
Las
pequeñas explosiones generadas por la inyección del agua a presión
son capaces de causar a su vez movimientos sísmicos en el suelo,
como se ha demostrado en lugares de Inglaterra o de Estados Unidos.
Esto podría explicar, junto con la oposición popular y el
colonialismo francés en Mali y Níger, la prohibición de este
método en Francia, donde la gran cantidad de centrales nucleares
sumada al riesgo de terremotos podría causar catástrofes de
dimensiones espectaculares.
Las
plataformas extractivas generan, a su vez, una serie de impactos
ambientales, contaminantes y paisajísticos difíciles de enumerar.
No solo se trata del impacto visual de la plataforma, del gasto en
hormigón, gaseoductos, etc.. Sino también de la creación de
carreteras, el transporte de materiales, la canalización de agua
hasta la plataforma, el desmesurado gasto de agua, la deforestación
del terreno, la erosión, la creación de balsas de residuos y un
largo etcétera que requeriría de muchos folios para analizarlos.
Estos
motivos ecológicos, de salud ambientales, etc.. nos deberían
proporcionar suficientes motivos
para
plantar cara a estos proyectos, si es que realmente apreciamos
nuestra salud y la salud del entorno al que pertenecemos. Sin embargo
no son los únicos motivos, ni, quizá, los más importantes. Si a
las compañías les interesara invertir en mejorar las tecnologías
extractivas de manera que consiguieran garantizar que no existiesen
perjuicios a la salud y redujeran los impactos visuales, no dejarían
de faltarnos motivos para la oposición. Esto así debido a que la
oposición al fracking, por nuestra parte, debería incluir el hecho
de que se trata de un nuevo método de explotación de recursos
naturales que únicamente contribuye a perpetuar un sistema
antiecológico, explotador, injusto e inhumano. No afrontamos esta
lucha como la oposición a un método de extracción de gas muy
agresivo, sino como la oposición a cualquier tipo de extracción de
gas.
PERMISOS,
LICENCIAS Y EMPRESAS.
Actualmente
hay ya alrededor de 30 permisos de explotación concedidos en la
península, concentrados en la zona norte, mayoritariamente. Estas
cifras son muy variables, tanto por la concesión de nuevos permisos,
ya que hay más de 50 solicitados, como por la negativa de algunos
municipios o comunidades a llevar a cabo estos proyectos (algo muy
improbable y abstracto).
Estas
explotaciones serán llevadas a cabo, si no lo impedimos, por
empresas como SHESA
(Sociedad de Hidrocarburos de Euskadi S.A); BNK Petroleum, con su
filial española Trofagas, Heyco, empresa petrolera vinculada al
gobierno norteamericano, R2 Energy y San Leon Energy.
LA FALSA
OPOSICIÓN AL FRACKING
Desde la
llegada de los planes de exploración de shale gas al Estado, son
muchas las voces, tanto individuales como colectivas, que se han
alzado para intentar evitar que las explotaciones de gas se lleven a
cabo. Por ello, es importante analizar determinadas estrategias,
métodos de lucha y alternativas que presentan numerosos grupos
ecologistas y que, a nuestro parecer, no son efectivas, ni
coherentes, ni reales y que en ocasiones pueden llegar a beneficiar
al enemigo que pretenden destruir.
Respecto a
los métodos de lucha. Lo primero que tenemos que tener claro es que
el fracking es un problema goblal, enmarcado en un plan global
energético. No solamente se trata de un proyecto en un área
determinada. Por ello es importante abarcar la lucha contra el
fracking a nivel global y no centrarla en una plataforma en concreto,
en un valle, etc... (Fracking NO, ni aquí ni en ningún sitio)
Los mismos
ayuntamientos y comunidades autónomas forman parte de un estado que
desde luego aboga por ese plan global de desarrollo energético
basado en la fractura hidráulica. Por ello carece de sentido, tanto
desde el punto de vista lógico y coherente, como desde la visión de
la efectividad, utilizar o mendigar a estas instituciones para
detener el fracking. Por un lado es obvio que si pretendemos parar el
fracking y a sus defensores, cualquier tipo de diálogo o mediación
con ellos constituye una derrota anticipada. A nivel moral es una
batalla perdida. Es cierto que en algunos casos las recogidas de
firmas, la presión a grupos políticos, etc, han conseguido frenar
localmente algunos proyectos. Sin embargo estas son victorias a
medias, ya que no se presenta oposición global sino local. Por otro
lado, si los gobiernos ceden a parar determinados proyectos es porque
realmente no son proyectos fundamentales para el desarrollo
energético. En el caso del fracking en el estado, se pueden parar
determinados permisos de este modo, porque existen países con
niveles de pobreza enormes, con mayores reservas de gas, y menor
presión popular, de modo que es más rentable para las empresas
extraer gas en estos lugares. Si el estado español fuera una gran
fuente de gas y la situación política y energética fuera más
crítica, estos métodos serían completamente ilusos. Por ello la
única manera de oponerse a estos megaproyectos de forma efectiva y
coherente pasa por una lucha real, no colaboracionista, que a la vez
desarrolle una crítica global al progreso desmedido y al
capitalismo.
Respecto a
las alternativas. Este es quizá el punto más polémico y más
delicado. Por parte de partidos "eco", ONGs y muchos
colectivos ecologistas, la única propuesta contra el fracking son
las energías renovables, como mucho acompañadas de un ligero
decrecimiento en los niveles de consumo.
Las
energías renovables pueden suponer, con una gran inversión
económica en investigación y desarrollo, una alternativa a la
extracción de gas mediante fractura hidráulica, pero no serán
nunca una altenativa al capitalismo, la dominación y el leviatán
tecnológico. El mundo ideal que ofrecen estos grupos no está exento
de carreteras, industrias, camiones, materias primas, grandes
fábricas, cámaras de videovigilancia y cables eléctricos
atravesando los bosques. Las energías renovables son, además,
completamente dependientes de los combustibles fósiles (plásticos,
transporte por carreteras, vehículos, etc..) y continuan obligando a
los seres humanos a trabajar para producir automóviles, molinos de
viento, placas solares, etc, lo que impide la liberación del
individuo, que se encuentra atado a un trabajo y un modo de vida
enfermo, infeliz y rutinario. A su vez siguen explotando los recursos
naturales de un planeta que dicen defender.
Por otra
parte estos grupos no suelen proponer siquiera un cambio político
acompañado de su "revolución renovable", de manera que
continuar un sistema capitalista, donde solo importa el dinero y la
economía, dejando de lado los juegos, la amistad, la naturaleza.
Este planteamiento no solamente no representa una alternativa real al
sistema de dominación sino que le puede beneficiar al mismo de
manera acuciante. En un mundo donde la contaminación llega a niveles
extremos, los cánceres aumentan enormemente, los desastres
provocados por el petróleo y la energía nuclear están a la orden
del día, la mejor alternativa para mantener el sistema de dominación
son las energías renovables. De hecho, es a lo que poco a poco
tiende el sistema. Se van dando pequeños pasos para mejorar la
rentabilidad de las energías renovables, crear vehículos
eléctricos, etc... De esta manera los estados y empresas limpian su
imagen, mantienen viva, pero calmada políticamente, a la gente que
han de explotar y que se preocupaba por su salud y por el planeta,
sin cambiar un ápice el sistema de dominación.
No queremos
un mundo donde se sigan dando los mismos sinsentidos que ahora, donde
las personas están completamente domesticadas y robotizadas, la vida
alienada y la relación entre los seres humanos y la naturaleza es
inexistente. No queremos ciudades vestidas de verde "eco",
ni un paisaje lleno de molinos de viento de más de 100 metros de
altura. Luchamos por un mundo libre donde las personas vuelvan a
formar parte de la naturaleza a la que pertenecieron durante siglos,
donde el capitalismo y la dominación desaparezcan, algo que solo es
posible renunciando a las comodidades que nos aporta el sistema
energético y tecnológico actual. Un mundo sin fracking, ni
petróleo, ni barbaridades renovables, un mundo libre y salvaje.
Notas:
¹
Las cifras de retorno de agua contaminada son las proporcionadas por
las propias empresas extractoras, no comprobadas por ningún estudio
independiente, por lo que es probable que el porcentaje de agua no
recuperada sea mayor del indicado.
²Uno
de los conceptos clave para comprender la gravedad de la crisis
energética es el de la Tasa de Retorno Energético (TRE; en inglés
EROEI, que corresponde a Energy
Return on Energy Investmen).
La TRE, es la relación entre la energía que nos proporciona una
fuente y la energía que tenemos que gastar para conseguirla. Así,
el petróleo convencional tiene hoy en día una TRE de 20, lo que
significa que por cada unidad de energía destinada a la producción
de petróleo (en la elaboración de los materiales usados en los
pozos, su instalación, la perforación, la operación, el
mantenimiento, etc) se consiguen otras 20 unidades de energía. El
valor crítico de la TRE es 1: cuando la TRE llega a la unidad, se
recupera tanta energía como la que se invierte y el sistema deja de
tener sentido como fuente de energía.
³Un
amargo declinar: Energía y totalitarismo ecológico. Invierno
Editorial, Zaragoza 2012.